viernes, marzo 29, 2024

Dra. Ligia Pérez Cruz, coordinadora de Plataformas Oceanográficas (COPO), de la Universidad Nacional Autónoma de México

 

Ciudad de México, México, 5 de mayo de 2017, México Ambiental.- Los buques oceanográficos El Puma (1980) y Justo Sierra (1982) se someterán a un intenso diagnóstico y una posterior renovación para garantizar que se mantengan a la vanguardia mundial para apoyar diversas investigaciones científicas. Con más de tres décadas en funcionamiento, aún tienen media vida para apoyar a los académicos de la UNAM con la tomar muestras marinas y analizar condiciones específicas mediante equipos y sistemas de navegación.

El Puma hace en promedio cinco o seis campañas de investigación por año, mientras el Justo Sierra realiza entre 10 y 12, indicó Ligia Pérez Cruz, coordinadora de Plataformas Oceanográficas (COPO), de la Universidad Nacional Autónoma de México quien explicó que las dos embarcaciones se fletan para instituciones científicas o gubernamentales, como el CICESE, Conacyt y Pemex, que utiliza a uno de ellos previo a la exploración de aguas profundas. Ella está al frente de la COPO desde el 3 de abril de este año.

 

Por ahora científicos del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología y el Instituto de Geofísica (IGf) estudian la generación de metano en aguas profundas del Golfo de México, mientras que en el Golfo de California desarrollan proyectos dirigidos a la parte biológica.

 

Además se analizan los sedimentos marinos para tratar de inferir condiciones de paleoclima durante el Holoceno. Dependiendo de los instrumentos disponibles, los académicos indagan cómo era el clima hace 10 mil o 13 mil años.

 

Próximamente expertos de un consocio japonés vendrán a aguas mexicanas y con investigadores del Instituto de Geofísica, van a instalar unos instrumentos destinados a medir sismos y completar todos los registros que se tienen en la parte continental, frente de las costas de Guerrero.

 

Los barcos gemelos, tienen sus sede en Mazatlán, Sinaloa y en Tuxpan, Veracruz, son los protagonistas de las actividades de la COPO, adscrita a la Coordinación de la Investigación Científica, una dependencia con necesidades especiales de mantenimiento e instrumentación que requieren de financiamiento y actualización permanente, pero también de una fuerte vinculación con los sectores público y privado, tanto en términos académicos como económicos.

 

Pérez Cruz, investigadora del IGf y doctora en oceanografía geológica, explicó que la entidad que encabeza tiene a su cargo la operación de ambas plataformas de la UNAM en el Océano Pacífico y en el Golfo de México.

 

Y detalló: “Revisaremos el estado actual de los buques y propondremos estrategias para mejorarlos. Posteriormente, cuando tengamos los barcos en condiciones óptimas, trataremos de establecer convenios nacionales e internacionales”,

Ligia Pérez Cruz es integrante del grupo científico de la Expedición 234 del Cráter de Chicxulub del International Ocean Discovery Program (IODP), que es una investigación de frontera y un modelo a seguir para el trabajo oceanográfico.

 

Detalló que en la investigación del Chicxulub “… hemos participado con instancias internacionales que poseen una infraestructura mayor, que tienen proyectos de colaboración internacional que permiten el financiamiento de este tipo de estructuras flotantes”.

 

Reconoció que ese proyecto multiinstitucional se ha convertido en el estandarte a escala nacional sobre el funcionamiento de los consorcios y cómo un grupo multidisciplinario utiliza las plataformas de perforación. “Es un modelo a seguir. El hecho de que la UNAM tenga dos buques oceanográficos nos posiciona, pero tenemos que mantener y proyectar estas herramientas”.

 

Pérez Cruz hará una planeación de dos o tres años para que la funcionalidad de los barcos sea óptima y exista una reingeniería. Y otra a largo plazo (de una a dos décadas) para analizar hacia dónde va la UNAM con estos laboratorios flotantes. “Tenemos que buscar las oportunidades para traer recursos extraordinarios y que éstos operen de la mejor forma en lo administrativo y en lo técnico-académico”, recalcó.

 

Con publicaciones internacionales y formación de recursos humanos se pretende demostrar que los buques tienen un impacto en la investigación. “Actualmente ambos navegan en altamar. Estamos trabajando, pero queremos hacerlo mejor”, subrayó.

 

La titular de la COPO tiene una amplia experiencia en navegación; ha participado en más de 30 cruceros y ha colaborado en las plataformas de perforación desde que cursaba el posgrado.

 

Ligia Pérez Cruz es doctora en oceanografía geológica y experta en paleoceanografía y paleoclimatología. Desde estudiante ha tenido experiencia académica cercana con los buques. “Mi tesis de licenciatura, maestría y doctorado son a partir de muestras colectadas en los barcos de la UNAM. Y las publicaciones recientes, de los últimos 10 años, también han sido a bordo de ellos”, precisó.

 

Con el nuevo reto, recuerda a sus maestros, los formadores de este proyecto: Ingvar Emilsson y Agustín Ayala Castañares, quien asesoró su tesis de maestría, las grandes mentes detrás de este proyecto.

 

Cuando la Universidad Nacional adquirió sus buques, durante el rectorado de Guillermo Soberón, éstos fueron icónicos. Años después tuvieron un declive, luego los volvieron a modernizar y han tenido temporadas variadas. Ahora ambicionamos una nueva etapa para ellos, concluyó.

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