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Fernanda Muñoz

Ciudad de México, 17 de noviembre de 2020, Reporte Índigo.- Las redes fantasmas se han convertido en una de las herramientas que más animales marinos han matado, como a las ballenas, cetáceos que pueden llegar a ser salvados por organizaciones como RABEN; sin embargo, las labores de rescate no son sencillas, ya que hasta ocho horas puede tardar una liberación

Hace un año, la imagen de una ballena embarazada conmocionó al mundo. Su cadáver se encontró en la superficie de las Islas Orcadas, en Escocia, y de él emanaba un gran charco de sangre que sólo hacía más visible la red que tenía enredada en la boca y entre sus aletas.

Según declararon los expertos del Plan Escocés de Animales Marinos Varados (SMASS), parece ser que la ballena se enredó con una red fantasma a tal grado que le fue impidiendo nadar y alimentarse, llevándola poco a poco a la muerte.

Esa ballena es sólo uno de los cientos de animales marinos que en todo el mundo pierden la vida debido a una red abandonada.

“Hay un depredador letal en los océanos, un monstruo de creación humana: las redes fantasmas, artes de pesca perdidas o descartadas que permanecen en el mar, causando graves daños”, explica la organización no gubernamental, tras lanzar la campaña #NoMásRedesFantasma.

María José Villanueva, bióloga y directora de conservación de WWF, comparte que las redes se vuelven unas máquinas de matar, literalmente, porque están hechas de materiales muy duraderos, como lo son el nailon y el plástico, llegando a permanecer en la Tierra hasta por 100 años.

Con respecto a su impacto en las ballenas, la también doctora en Ciencias del Mar con enfoque en mastozoología marina, destaca que entre estos animales los que más se llegan a enmallar son las ballenas jorobadas, pues generalmente habitan lejos del agua fría, cerca de las costas, donde usualmente se encuentran las redes.

Expertos en rescate de redes fantasmas

Cuando una ballena tiene sobre su cuerpo una red fantasma, la mejor manera de ayudarla es ponerla en manos expertas, como la Red de Asistencia a Ballenas Enmalladas (RABEN), la cual cuenta con 15 equipos en toda la zona del Pacífico de Oaxaca, Huatulco, Manzanillo, Nayarit, Jalisco, Sinaloa, y la península de Baja California.

Astrid Frisch Jordán, bióloga y miembro de la Coordinación Nacional de RABEN, remarca que en México el problema más fuerte al que se enfrentan las ballenas son las redes, pues en sus reportes han encontrado que entre el 70 y 80 por ciento de los rescates que realizan se dan debido a estas herramientas de pesca.

Para comunicarse con ellos en caso de ver una ballena enmallada, se le pide a la gente, entre turistas y pesqueros, que ingresen a su página oficial (www.rabenmexico.org), donde encontrarán un ícono de WhatsApp y en seguida podrán reportar lo sucedido.

Las redes fantasma se han convertido en una de las herramientas que más animales marinos han matado, como a las ballenas.

“Normalmente a la persona que reporta se le hace una serie de preguntas para ver qué es lo que está viendo, qué es lo que está reportando. A veces también por falta de experiencia llegan reportes falsos, entonces, hay que saber diferenciar y sacarle a la gente la información para saber si es un reporte verdadero o no”, dice Astrid.

Según explica la especialista, los rescates se hacen durante el día, pues la luz del sol los ayuda a llevar a cabo de la mejor manera sus maniobras.

En cuanto al tiempo de rescate, la especialista detalla que llegan a liberar a una ballena luego de tres horas aproximadamente; sin embargo, hay situaciones más complicadas en las que atienden al animal por siete u ocho horas.

Además, reconoce que esta actividad no es para nada sencilla, sino peligrosa, ya que incluso ha habido personas que han perdido la vida, pues, aunque se cree que las ballenas son animales tranquilos, hay que pensar que están bajo mucho estrés y dolor.

En entrevista, Astrid Frisch Jordán enfatiza en la importancia de que la gente no intervenga cuando una ballena esté enmallada, ya que las personas llegan a creer que las ayudan cortando parte de la red que tiene arrastrando, cuando es todo lo contrario, solo dificultan la labor de los expertos.

Según la bióloga, en RABEN tienen más trabajo durante la temporada de invierno, que es de noviembre a marzo, cuando las ballenas van llegando a zonas específicas como Puerto Vallarta.

El máximo de reportes que han recibido por día han sido dos, pero normalmente llegan 11 por temporada, lo cual aun así es muy alto.

“Para intentar frenar esto, creo que hay que trabajar hacia la prevención, que es otra de las cosas que hacemos nosotros: tomamos los datos que nos toca atender para poder comprender mejor cuál es la problemática y plantear soluciones, y definitivamente hay que trabajar más con el sector pesquero para evitar el problema”, dice Astrid.

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