Ensenada, Baja California, México, 29 de julio de 2017, México Ambiental.- Investigadores del Departamento de Ecología Marina del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE) gestionaron un punto de encuentro con habitantes de Baja California que se dedican a la captura de especies marinas y autoridades gubernamentales para socializar y compartir los resultados del estudio sistemático de la población del pepino de mar (Isostichopus fuscus), una especie amenazada por la extracción furtiva que se destina a los mercados de Asia donde tiene una alta demanda como componente de la gastronomía regional, que obliga ya a pensar en acciones emergentes de conservación y protección.
De acuerdo a los científicos mexicanos del CICESE, la población de pepino de mar ha disminuido considerablemente. En 2007 la densidad era de 0.27 pepinos por metro cuadrado y ahora es de 0.026, es decir, un orden de magnitud menor lo que significa una situación de alerta pues a esa tasa de pérdida es más difícil su conservación.
La causa principal de esta pérdida de organismos es la extracción furtiva de la especie y sus sistemas de distribución y mercados. Los investigadores lograron documentar que pescadores provenientes de la zona de Bahía Quino y Puerto Libertad, en Sonora, cruzan el Golfo de California para extraer pepino de mar. Después el producto se cruza a Estados Unidos por la frontera de Arizona –que aparentemente es menos restrictiva- y de allí los mayoristas los envían a países asiáticos. Un pescador furtivo puede vender un kilo de pepino de mar, ya cocido, hasta en mil pesos, a precios actuales.
La investigación derivó de un proyecto científico apoyado por el Fondo Sectorial CONACYT-SAGARPA, que a finales de 2013 emitió una convocatoria para evaluar el estado de la población del pepino de mar en la costa de Baja California y encontrar sitios adecuados para reproducir y comercializar la especie de la manera más sustentable posible. Los resultados fueron compartidos habitantes, pescadores y autoridades de Baja California a finales de junio pasado, en un taller didáctico dirigido por el Dr. Luis Eduardo Calderón, líder del proyecto, además de Abigail Pañola, Juan Manuel Galaviz y Francisco Castañeda.
El Dr. Luis Eduardo Calderón estimó que “… por lo menos la mitad de lo que se extrae, no se reporta. Es decir, las capturas ilegales son iguales o más, que las capturas legales”, por lo que es urgente “… explorar nuevas maneras de aprovechar el recurso y una de ellas es a partir del maricultivo”.
Para el cultivo de pepino de mar en condiciones controladas, los expertos identificaron dos sitios en Bahía de los Ángeles y uno en el archipiélago de San Lorenzo con características fisiográficas y oceanográficas apropiadas para la instalación de maricultivos de pepino de mar. La selección, der acuerdo al líder del proyecto, se generó al aplicar un modelo de nicho ecológico que consideraba la abundancia relativa y aspectos genéticos y reproductivos del pepino de mar y con el cruce de información satelital para conocer a detalle las condiciones oceanográficas.
Esta especie se encuentra dentro de la NOM 059, en estado de “sujeta a protección especial”, lo que significa que las poblaciones de la especie se encuentran mermadas, pero son susceptibles de aprovechamiento “… siempre y cuando exista un estudio técnico justificativo que demuestre que la población no está en riesgo si se aprovecha”, explicó.
El pepino de mar es estudiado desde 2005 por científicos del CICESE. Es una especie que se alimenta de materia orgánica, consume bacterias, regula carbonatos y el pH del sedimento, cambia el tamaño de grano de los sedimentos del mar, los oxigena y estratifica.
El estudio genético de este proyecto demuestra que una sola población es la que habita en el Golfo de California. No hay una diferenciación genética desde Baja California hasta Bahía Banderas, Jalisco. Los científicos descubrieron también que el periodo reproductivo se extiende de abril a octubre, por lo que esta información permite sugerir temporadas de aprovechamiento.
El proyecto termina en octubre de 2017, formalmente, sin embargo la gran cantidad de datos recabados, el trabajo de investigación, análisis y publicación permitirá un trabajo académico extendido hasta por tres años más, explicó Luis Eduardo Calderón al señalar que existen dos tesis de licenciatura y una de maestría en proceso, derivadas de este proyecto, por lo que además contribuye también a la formación de recursos humanos.
El científico expuso que el proyecto generó información sociológica muy importante desde el primer año. Ahora mismo, estos datos permiten a la Dirección General de Vida Silvestre de la SEMARNAT, contar con una base científica sólida para autorizar y asignar las cuotas entre los permisionarios, aunque lamentablemente no se respetan.
Además de satisfacer las necesidades científico-académicas, este proyecto genera un impacto directo a los sectores social y gubernamental porque se benefician con información técnicamente sólida. Así, los permisionarios son receptores de cuotas de aprovechamiento que sirven para sus ingresos.
Eduardo Calderón consideró que ahora el siguiente paso es la organización entre los productores para constituirse como figura jurídica, denominada Unidad de Manejo (para la conservación de la vida silvestre, UMA), para poder instalar maricultivos. Infortunadamente para el apoyo hacia desarrollo de este proyecto ya no hay fondos pero sí una base científica sólida que garantiza su viabilidad.
Directivos de la Reserva de la Biósfera Bahía de los Ángeles, de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), de la Secretaría de pesca y Acuacultura de Baja California y 13 permisionarios, pescadores y habitantes de Bahía de los Ángeles tomaron este III Taller de Socialización sobre Pepino de Mar, para conocer de manera directa los avances de este proyecto que está a punto de concluir en octubre de este año. El taller se realizó en la sub estación del CICESE de Bahía de los Ángeles, el pasado 22 de junio.